Fat Old Sun

Monday, June 04, 2007

taste in men

quizas de chico le pasaba algo parecido. el tipo se levanta a eso de las 9 de la mañana y compra el diario como todos los dias. se da cuenta de que la radio murmura algo, en el mismo instante que la pava le avisa que ya puede humedecer su yerba. pasan como dos horas antes de que salga de su casa; claro, primero se tiene que afeitar y empilchar con esa camisa blanca tan mal planchada que tiene. quizas hoy sienta eso que tanto lo hace excitar. mete esos papeles que ni el sabe lo que dicen en su maletin, se pone el cinturon a ultimo momento, y se dispone a enfrentar los ruidos de la avenida. saluda a Rita, la vecina esa que lo odia, Dios sabe por que. se da cuenta de que quizas hoy sea mejor en el subte, por el tema de viajar como ganado y todo eso. compra sus particulares cortos, color rojo, y se prende uno apenas recibe su vuelto con el cual en un rato comprara su boleto. jose hernandez esta bien, aparte hay mas pibes que para el lado de la medalla milagrosa, por el tema del laburo viste. 9 de julio es la salida. encuentra el asiento perfecto en el vagon perfecto. con su maletin en la falda, bien ubicado para darle placer cuando el lo disponga. justo cuando se esta por cancelar su aventura, nada puede ser mejor y un pibe de unos veintiun años se le sienta al lado. ni se va a dar cuenta, si esta con la musica a todo lo que da. cerrando el puño de manera tal que el dorso de su mano haga contacto con la parte lateral del nuevo pasajero, él se acomoda como hace mucho aprendio. bien, ya empezo el extasis. su mano se mueve casi al mismo tiempo que lo hace el maletin, que se eleva empujado por los talones que dejan de tocar el piso. los sonidos que salen de su garganta podrian catalogarse como macabros. todo va bien, el pibe ni se mueve. el puño lo frota cada vez mas y seguramente su pene empieza a erectarse. asi, el maletin comienza a moverse desesperadamente. nadie dice nada, nadie quiere verlo, claro esta. el muchacho se siente, ahora si, incomodo y con una mirada y unos movimientos le hace entender de que ya se dio cuenta de sus pretenciones, pero el tipo no deja lo que ya a esa altura era su maximo proposito del dia. era tan incomoda la situacion del pibe que al bajarse lo mira fijamente y se da cuenta que solo eran por el esos movimientos, generandole una sensacion de asco. y sin pensarlo se le cae una puteada de la boca. seguramente no la escucho el tipo; ya estaba llegando a destino, habia que ver a donde mas ir. hasta ultimo momento el pasajero se quedo pensando en ese viejo que por algun motivo gozo de placer con su pierna. penso tanto que hasta lo puso de mal humor, y solo queria irse a la casa y ponerse a escribir algo al respecto.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

por lo que veo tenés algún mambo con los subtes, no?

11:32 AM  
Anonymous Anonymous said...

a la mierda, el mismisimo Freud me habla, y encima dice "mambo".

1:46 PM  
Blogger relámpagos said...

Cuando ella se levantó, como una explosión en medio del silencio, él, pensó que tal vez hoy sería su día. Quizás, quién lo diría, era hora de perder el juego.
Mientras él golpeaba el maletín contra los escalones de la parte de atrás de aquel colectivo, ella des-apretaba los dientes en cámara lenta, negando con la cabeza, sacudiendo los brazos como si quisiese romper el suelo al caminar.

Corrió vomitándose el estomago hasta que la calle no tuvo casi luz.
Estaba agitado. Se sentó en el cordón. Debajo del árbol de siempre. Recordó como solía correr por esa calle. Pensó en comprar una botella de agua y rociársela encima, para que no lo notara, pero no tendría con que secarse. Si lo encontraba ahora, como aquella vez… con la piel hinchada, las manos apretando con fuerza el mundo que los separaba.. Cerró los ojos para no pensar.
Quiso ser lo que debía haber sido siempre.
Quiso ser la mentira en el marco de aquella foto.
Quiso estremecerse al sentir un abrazo que nunca había merecido.
Pero ya no sentía nada.
Era la hora de probar algo mas fuerte.

Antes de acostarse -a las 9:31, como siempre lo hacía- fue a ver a su madre.
Al abrir la puerta, un sentimiento estuvo a punto de aflorar. Algo que siempre había vivido, como un parásito, en el centro de su estomago; como cuando con su cabeza no llegaba a ver por sobre la mesa, y no lograba entender porqué. Respiró, una vez mas, por todos los años que no lo había hecho, y logró atrapar el animal a mitad del salto.

Ella tendría sus motivos –pensó-.

Tanto pudo sostener lo que sentía, tanto pudo apretar la mandíbula para impedir que salga, tanto pudo aguantar los golpes en la garganta, que para cuando quiso jugar la carta de la indiferencia sus pantalones volvían -como los de aquel niño- a estar tibios. Húmedos. No podía ya, jugar a que no era.

Asfixiado de vergüenza se dirigió a su habitación.

Mañana sería un nuevo día –pensó-, mucho mejor.
Aunque otra vez se tomaría el subte, como todas las mañanas a las 9:31, e intentaría, una vez más, cualquier cosa para no matarla.

11:06 PM  

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