Hipérbole

Caminas diez cuadras y decidís dejaro para después y así evitar una fila relativamente larga. Pagás tu boleto, y te regalan una obra de teatro con sonido digital y público entrometido. Volvés a lo tuyo y te subís. Ahí dentro te esperan dos vacas apresuradas que regurgitan la comida luego de haberla procesado por sus cuatro estómagos, y no dejan de masticar. Sí, y se ríe una de la otra como si fueran tan distintas cuando en realidad son una misma. Dejás atrás a las vacas irrespetuosas de la ventana, y te atacan los ojos inquisidores de las palomas indiferentes, crules pero no tanto. Pensás que no te ven, pero te equivocás cuando te acordás que pueden volar, y claro, eso es un punto a favor. Caminás para arriba, hasta llegar al río de ruido, donde gente que parece hacerse el sur en diez metros regala o vende lo mismo. Te internás en la tierra y vas todavía más abajo después de haberte acreditado. Esperas falsamente a esa especie de hormiga reina que te lleve lejos del pre-caos, directo al mismo. Se repiten escenas parecidas a la de las vacas, pero con un estilo más digital. Cerrás los ojos y salís para que no te maten con el odio. Te recuperas y volvés a la superficie a cumplir con el objetivo, cuando otra fila realmente larga se te hace presente, pero la ignorás y seguís. Llegas al objetivo, te procesan y te vas.
Volves a vivir lo mismo pero, esta vez de atrás para adelante.